.
Eran dos pescadores, hermanos gemelos, uno soltero y
el otro casado.
El soltero tenía una lancha de pesca, ya vieja, que
era la herramienta con la que lograba su sustento.
Un día, muere la esposa del hermano casado y, como las
desgracias no vienen solas, la lancha del hermano soltero se va al fondo del
mar.
Una viejecita del pueblo, curiosa, va a darle el
pésame al viudo, pero confunde a los gemelos y se dirige al que ha perdido la
lancha.
- Recién me enteré ¡Qué pérdida enorme!... Debe ser
terrible para ti.
Sí, estoy destrozado, pero es preciso enfrentar la
realidad. Debo reconocer que estaba ya vieja.
La rajadura de adelante estaba tan grande que ya no había
con qué llenarla y el agujero de atrás se agrandaba más cada vez que la usaba. Además
estaba deformada al medio y no se le podía quitar el olor a pescado.
La parte de atrás estaba bastante caída y las curvas
de adelante casi habían desaparecido. Pero yo me siento culpable porque se la
prestaba a cuatro amigos para que se divirtieran; les pedí que la usaran con
cuidado, pero se montaron los cuatro a la vez y ella no aguantó.
A la viejita, muerta de un infarto, la enterraron al
otro día.
.
.
.
==================================================================
VOLVER ARRIBA
VOLVER ARRIBA